EUROPA
PRESS
14 junio
2022
El
estrés acelera el envejecimiento inmunitario, te contamos las consecuencias
El estrés, en forma de sucesos
traumáticos, tensión laboral, factores estresantes cotidianos y discriminación,
acelera el envejecimiento del sistema inmunitario, aumentando potencialmente el
riesgo de una persona de padecer cáncer, enfermedades cardiovasculares y
enfermedades derivadas de infecciones como el COVID-19, según un nuevo estudio
de la Universidad del Sur de California (USC), en Estados Unidos.
La investigación, publicada en la revista 'Proceedings of
the National Academy of Sciences' (PNAS), podría ayudar a explicar las
disparidades en la salud relacionadas con la edad, incluida la desigualdad de
la pandemia, e identificar posibles puntos de intervención.
"A medida que aumenta la población mundial de adultos
mayores, es esencial comprender las disparidades en la salud relacionada con la
edad. Los cambios en el sistema inmunitario relacionados con la edad desempeñan
un papel fundamental en el deterioro de la salud, afirma el autor principal del
estudio, Eric Klopack, becario postdoctoral de la Escuela de Gerontología
Leonard Davis de la USC. Este estudio ayuda a aclarar los mecanismos implicados
en el envejecimiento inmunitario acelerado".
A medida que las personas envejecen, el sistema inmunitario
inicia de forma natural un drástico descenso, una condición denominada
inmunosenescencia. Con la edad avanzada, el perfil inmunitario de una persona
se debilita, e incluye demasiados glóbulos blancos desgastados en circulación y
muy pocos glóbulos blancos frescos listos para enfrentarse a nuevos invasores.
El envejecimiento inmunitario se asocia no sólo al cáncer,
sino también a las enfermedades cardiovasculares, al aumento del riesgo de
neumonía, a la reducción de la eficacia de las vacunas y al envejecimiento de
los sistemas orgánicos.
Pero, ¿a qué se deben las drásticas diferencias de salud en
adultos de la misma edad? Los investigadores de la USC decidieron ver si podían
establecer una conexión entre la exposición al estrés a lo largo de la vida -un
factor conocido que contribuye a la mala salud- y la disminución del vigor del
sistema inmunitario.
Consultaron y cruzaron enormes conjuntos de datos del
Estudio de Salud y Jubilación de la Universidad de Michigan, un estudio
longitudinal nacional sobre la economía, la salud, el estado civil, la
situación familiar y los sistemas de apoyo públicos y privados de los
estadounidenses mayores.
Para calcular la exposición a diversas formas de estrés social,
los investigadores analizaron las respuestas de una muestra nacional de 5.744
adultos mayores de 50 años. Respondieron a un cuestionario diseñado para
evaluar las experiencias de los encuestados con el estrés social, incluidos los
acontecimientos vitales estresantes, el estrés crónico, la discriminación
cotidiana y la discriminación a lo largo de la vida.
A continuación, se analizaron muestras de sangre de los
participantes mediante citometría de flujo, una técnica de laboratorio que
cuenta y clasifica las células sanguíneas a medida que pasan una a una en una
corriente estrecha frente a un láser.
Las personas con mayores puntuaciones de estrés tenían
perfiles inmunológicos que parecían más viejos, con menores porcentajes de
combatientes frescos de la enfermedad y mayores porcentajes de glóbulos blancos
desgastados. La relación entre los acontecimientos vitales estresantes y un
menor número de células T listas para responder, o ingenuas, siguió siendo
fuerte incluso después de controlar la educación, el tabaquismo, el consumo de
alcohol, el IMC y la raza o el origen étnico.
Algunas fuentes de estrés pueden ser imposibles de
controlar, pero los investigadores dicen que puede haber una solución.
Las células T -un componente esencial de la inmunidad- maduran
en una glándula llamada timo, situada justo delante y encima del corazón. A
medida que las personas envejecen, el tejido del timo se encoge y es sustituido
por tejido graso, lo que da lugar a una menor producción de células
inmunitarias. Investigaciones anteriores sugieren que este proceso se acelera
debido a factores del estilo de vida, como la mala alimentación y el poco
ejercicio, ambos asociados al estrés social.
"En este estudio, después de controlar estadísticamente
la mala alimentación y el poco ejercicio, la conexión entre el estrés y el
envejecimiento inmunológico acelerado no era tan fuerte, explica Klopack. Lo
que esto significa es que las personas que experimentan más estrés tienden a
tener una dieta y unos hábitos de ejercicio más pobres, lo que explica en parte
por qué tienen un envejecimiento inmunológico más acelerado".
Por tanto, mejorar la dieta y los hábitos de ejercicio en
los adultos mayores puede ayudar a contrarrestar el envejecimiento inmunitario
asociado al estrés.
Además, el citomegalovirus (CMV) puede ser un objetivo de
intervención. El CMV es un virus común y normalmente asintomático en los seres
humanos y se sabe que tiene un fuerte efecto acelerador del envejecimiento
inmunitario. Al igual que el herpes zóster o el herpes labial, el CMV está
latente la mayor parte del tiempo, pero puede rebrotar, especialmente cuando
una persona experimenta un gran estrés.
En este estudio, el control estadístico de la positividad al
CMV también redujo la conexión entre el estrés y el envejecimiento inmunitario
acelerado. Por lo tanto, la vacunación generalizada contra el CMV podría ser
una intervención relativamente sencilla y potencialmente poderosa que podría
reducir los efectos de envejecimiento inmunológico del estrés, dijeron los
investigadores.